sábado, 1 de enero de 2011

Abre en otra ventana, y mientras lee

Somos bestias de encefalograma plano. En esta ciudad, en cualquier lugar. Toco madera y todo lo que salen son termitas. Esa mierda te come por dentro. No hay manera de decir que no. No a la soledad, no a esa canción triste que te envalentona, no a esa canción alegre que te hace sentir mal por ser feliz. Eres feliz y no lo piensas, no lo eres y lo consultas demasiado con tu subconsciente. Y ese es el problema, que ese bicho raro siempre está ahí, oculto, esperando, disimulando para quitarse el maquillaje cuando no lo sientes, cuando piensas que por fin se ha ido. Habladurías, buenas intenciones, facilidad de palabra, estupideces que se lleva el viento, ventiscas que solo traen vacío, vacíos que no se llenan con palabras, verbos que no expresan sensaciones, expresiones de tristeza, cordura llevada a los límites de la estupidez, pedantería, alcoholismo disimulado, búsquedas ahogadas en culos de botella, vasos vacíos mucho antes de llevarlos a tus labios, o llenos para siempre, vasos de juguete, juguetes de carton piedra que se derriten con solo pensarlo, pensamientos baldíos, recuerdos, moralejas, calzoncillos de superhéroe que nadie ve, miradas penetrantes, miradas vacías, miradas de derrota, tiernas, con el honor de un desterrado, tierra salvaje, quemada por la soberbia, por el qué dirán, por la ignorancia, ignorancia bendita, locuras desatadas, o encarceladas, encadenadas con recelo, celosías de tus sueños, sueños improbables, imposibles, paranoyas, maniquíes sin cerebro, vacíos "illenables", estúpido cerebro, estúpida materia gris, estúpido, estúpido, estúpido...

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