lunes, 19 de noviembre de 2012


   ¨Fueron estrellas nacidas de la oscuridad. Cada una de ellas fue alumbrada con una temperatura de doscientos millones de grados. Fueron estrellas más ardientes de las que brillan en el cielo.
    En las grandes profundidades del océano Pacífico en las que imperan tinieblas eternas, cobraron brutal existencia con una luz fulgurante, de una intensidad intolerable. Al instante disminuyó y se deshizo en resplandores rojizos que fueron recorriendo las profundidades hasta que, finalmente, se desvanecieron, y las tinieblas volvieron a señorearse de los vastos abismos oceánicos. Sólo las tinieblas. A partir de este momento, todo fue distinto.
   Porque ese océano se había convertido en un piélago furioso, como jamás se había conocido en la historia del hombre¨.
***
   ¨A veces el pueblo levanta la voz y todo lo que emite es un susurro. Pero ellos no le hacen el menor caso. Nada cambia. [...]
   Los verdaderos actores están allí, con sus computadoras, sus pantallas de radar, sus luces pulsátiles para entrar en acción en los silos profundos, en los bordes de las largas pistas de cemento y en las rampas invisibles debajo del mar. Ahí está tu mañana, mi joven y querido lector.
   Nadie te tomará de la mano para guiar tus pasos.
   Tu vida debería extenderse ante ti en la confortable neblina del tiempo futuro.
   Pero no será así.
   Jamás lo será, a menos de que cambien las cosas.
   Una revolución.
   En el modo de pensar.
   No una sublevación.¨

Martin Caidin
Cuando estalle la guerra
 
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